Inaugurado el 24 de abril de 1932, el acontecimiento ocupó también las páginas de la revista Caras y Caretas, con una fotografía enviada por su corresponsal en San Luis, Don José La Vía.
Según indica la crónica de la época, la instalación del reloj fue adjudicada mediante licitación, al reconocido joyero Fenoy, que tenía su negocio en Pringles 915.
Producto de encontrarse en medio de la calle, a pocas semanas de inaugurado, el primero en embestirlo fue don Pedro Pagano, con su aparatoso Ford estuvo instalado en 9 de Julio y Rivadavia, fue vuelto a colocar en su sitio original de Avenida I. Hecho que de manera graciosa reflejaron sus amigos, a través de recortes y caricaturas.
Desde julio de 2015, una réplica de aquel reloj que también es Illia y San Martín.